lunes, 30 de septiembre de 2013

Ehrung. Carta primera.

Siéntate y disfruta. Siéntete identificado, sabes perfectamente que me estoy refiriendo a ti.
No preciso nombrarte, lee cada palabra con mi voz que me has arrancado en silencio. Necesita el viento de mi esencia escrita para que en un soplido te lleguen mis gritos desde dentro.
Estás lejos. Encima de las nubes, o quizás en ellas, no lo sé. Curioso es que también sé que a veces estás justo a mi lado,... ¿qué transporte tomas?, ¿es tu alma inquieta la que nos protege?, ¿es por eso que aún te huelo y estoy sintiendo cómo te apoyas en mi hombro izquierdo?...
Pudiendo relatar todo lo relatable, y queriendo encontrar las razones que satisfagan esta duda que me inunda, puedo pasar las horas en vilo.

Quién dirigirá tu camino desde tan lejos, ¿se llama cariño?, o quizás sea que nunca te has separado de nosotras...
Rey, sólo se que me desgarras sentimiento con orgullo cuando te pienso, cuando comento lo imperioso que has sido en vida y la grandeza de tus huellas hoy.
Antequerano de oro, de corazón cristalino y brillo en tus luceros cansados que hasta en tu último suspiro guardaban tu fuerza inigualable.
Padre de soles, que todo lo diste por quienes te han sucedido y por la mujer que te ayudó a mantenerte intacto, amante de tus mujeres, de las de tu casa, de tu esposa e hijas...
Constructor de sonrisas y buenas vibraciones, fabricante de valentía transferida con las palabras más bonitas que un abuelo puede decirle a su nieta...
Abuelo, siento no ser capaz de controlar que cada vez que te pienso me embarraco, porque pienso que llevo varios días sin hablar contigo por teléfono diciéndote la cantidad de cosas que hago y por las que lucho, porque me refugio en esa idea falsa, porque ... me desespero.
Realmente seguimos hablando ¿verdad?, ya lo sé, pero es todo tan inhumano... Es lo que tiene tu esencia que también es mía, que somos de la misma rama,...

Te echo tanto de menos que te abrazaría para no poder soltarte nunca, y ojalá pudiese hacerlo.
Trato de plasmar lo que te quiero, pero las palabras no son el método adecuado.
Vuelve esta noche, como todas, como cada una de mis noches, a mi cama, a mis sueños y hablemos mientras cierro los ojos mientras concilio el sueño... Nunca me dejes abuelo, aunque hayan pasado ya dos años desde la última vez que te cogí tu mano preciosa, tu mano de trabajador con olor a Nenuco que te ponía la abuela cada día en la ropa.
No nos dejes jamás por favor, no sabes lo que me destrozarías...

Sé que ésta última petición sobra.

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