viernes, 23 de mayo de 2014

UQBAR, ORBIUS TERTIUS Y TLÖN- J.L.BORGES.


ANÁLISIS DEL PRIMER CAPÍTULO: UQBAR, ORBIUS TERTIUS Y TLÖN:
Hay dos formas de escribir la historia del mundo: con testimonios escritos o con edificios y lo demás, vuela sin poder ser atrapado.El relato habla las tres dimensiones del espacio y de la dimensión temporal de manera dispersa y asociada.
Todo comienza con un espejo que refleja un corredor de una quinta calle, por lo cual, un espacio pierde una de sus tres dimensiones siendo reflejo, pero esto, es harina de otro costal en esta ocasión.
Primero muestra de qué manera, en la búsqueda de un lugar, siempre descubrimos nuevos establecimientos, por ello lo de Orbius Tertius y Tlön como partes pertenecientes al mismo Uqbar. En ocasiones, encuentran información por artículos, finales añadidos en la Enciclopedia Británica,… etc, como también encontraron información acerca de  otros lugares como Upsala.
Esa búsqueda incansable no conlleva solo descubrimientos físicos, sino experiencias nuevas dotadas de todo tipo de hazañas y moralejas que persistirán en nuestra memoria solo si nos percatamos de ellas y nos cautivan.
Hablan desde métodos duodecimales matemáticos hasta cualquier otra percepción que aflora de cualquier rama de ciencia o letra. Es así puesto que explica como un espacio puede ser efímero y que esa momentaneidad surge por la esencia viva de personas o incluso animales que circunden la zona, es decir, que el mero hecho de que una persona pase por una calle, la cambia en materia y esencia y esto, aunque suene muy entre fundamentos teóricos, es así. La pátina de cada asfalto, los testimonios de cada farola encendida de noche, el sonido o el silencio, no figuran inertes, son dependientes de nuestras acciones y eso, es lo más bonito que puede aportarnos un espacio.
Dicho es que los edificios son los documentos más reveladores de  la historia, es decir, los espacios físicos.
El capítulo habla de cadenas de sucesos inesperados, de medidas, de pasos, …  y sobretodo y es a destacar, que habla de un lenguaje.
Habla en la página 33 que Buckley, el inventor de la enciclopedia Británica, ‘’sugiere una enciclopedia metódica del planeta ilusorio (ya que los humanos creemos en el medio físico intocable en materia). Les dejará sus cordilleras auríferasm sus ríos navegables, sus praderas holladas por el toro y por el bisonte, […] ‘’La obra no pactará con el impostor Jesucristo’’ (puesto que nuestro escritor no cree en la creación, sino en la transformación). […]Buckley descree de Dios, pero quiere demostrar al Dios no existente que los hombres mortales son capaces de concebir un mundo. (Y, sobre todo, de escribir su historia).’’
Por percepción personal, diría que éste escrito nos aporta no solo un idioma sino dos a entender y estudiar. El primero es el lenguaje de Tlön que, con el paso del tiempo, se irá comiendo a los demás idiomas que se hablan en el mundo y será un idioma mundial. Dicha forma de expresión se basa en el habla adjetival, es decir, como bien explica, los tlöneros no hablan de una luna, sino del claro sobre el oscuro o similares definiciones. Realmente, los sustantivos permaneces inertes, helados, mientras que a los adjetivos se le puede dar una connotación diferente guardando concordancia con el contexto que tampoco es algo imperecedero, en resumidas cuentas, se trataría de un lenguaje versátil, efímero, pasante, como el espacio del cual vengo hablando.
Cita: ‘’Pág. 36: […]Tlön será un laberinto, pero es un laberinto urdido por los hombres, un laberinto destinado a que lo descifren los hombres.’’
Y, para finalizar éste análisis, nuevamente, el segundo lenguaje del cual hablamos es del espacio que se crea, por lo que, si transitamos por una calle tlönera, hablando de un tema en concreto, pero cada vez explicándolo de un modo distintamente adjetival, y a su vez, la esencia e historias de esa calle se van torciendo y escribiendo de nuevas maneras, podremos decir que estamos pisando la línea de la momentaneidad.
La importancia de éste suceso es que, vinculándolo con mis estudios, puedo asegurar que jamás seremos arquitectos para la eternidad, para la perpetuidad, ni nuestros edificios son hielo, constantes, pues son testigos de valentía, de amores, de traición, de alegrías, y jamás podemos asegurar que nada es para siempre.
Siempre nos quedaremos rozando entre diseño, proyecto, construcción y ejecución y vivencias, la hermosa y atractiva línea de la perfección, de la perennidad y, esa ilusión, es preciosa.
Ahora viene lo crucial de mi post-análisis y es que, criticando y acentuando aquello de que el espacio es transitorio, voy a plasmar de manera subjetiva mi idea de una maqueta.
Aunque parezca una contradicción, reitero, que es primorosa la tarea de pensar, proyectar y construir una un espacio para crear actividades.
Quiero ser arquitecta de actividades, de atmósferas, de percepciones, sin duda alguna, descarto de mi cabeza la superposición de planos como algo muerto.


miércoles, 5 de marzo de 2014

Sentir nada y sentir nada.

Cuando la  ausencia del sonido, timbre, brisa,... nos engloba, nos envuelve de la misma manera, el entorno en el que nos encontremos.
Es por ello, que hay silencios que inundan pacíficamente, mientras otros de ellos afloran la búsqueda del respiro más urgente posible.
Incluso el color es un matiz tal, perceptible solo por el órgano vista, que hay ocasiones en las que es transmisor del ruido, música o el silencio.

El silencio también es frío, o calor, heladas o terrores calientes, un desierto o un lago sin horizonte frío, entre otros ejemplos, que no tienen por qué pertenecer a la naturaleza implícitamente. Una hoja en blanco, es silencio, o toda la oratoria posible.

Realmente no estoy llegando a ninguna conclusión en firme, son ideas encadenadas que trato de establecer en una sucesión lógica, sin embargo, no podría acercarme a este objetivo sin un ''sentido'' que se salen de 5 que se cuentan.
El pelómetro es ese ''sentido'' por el cual no se tiene por qué ver, por qué escuchar, palpar, para captar sus estímulos... sino que un silencio que no se ve, no se escucha, no se toca, no se huele ni se come, desata el cosquilleo en el antebrazo, incluso detrás del cuello que todos los conocemos.
El silencio desata en ocasiones el esplendor de dicho ''sexto sentido'' que no es el intuitivo cerebral, sino el intuitivo sensorial. Ese medidor de sensaciones puede marcar terror como máxima carga negativa, o pasión como máxima carga positiva.

Si no estoy hablando de nada, y todo el mundo comprende que ésta nada no es nada, sino algo, y que ese algo es transferible sensorialmente como gozo a veces, o como pesadilla... ¿Qué medio material podría determinarme que hay entes físicos que muestran fenómeno, para realmente verificar que esas vibraciones también son perceptibles sin el uso de los 5 sentidos de estímulos?